En la Parroquia
de La Esperanza de María en la Resurrección del Señor, que se encuentra
enfrente a Perisur, me encontré una efigie de un niño, con una palmita y los
pies ensangrentados.
La efigie
no tiene nombre, pero se quién es e inmediatamente me acordé de la historia de
un niño cristero llamado José Sánchez del Río, era el nombre que llevaba en
vida un niño que participó en la Guerra Cristera que se desarrolló de 1926-1929.
La guerra que enfrento a los cristeros y al ejército federal del Presidente
Plutarco Elías Calles.
José Sánchez
nació en Sahuayo Michoacán, y terriblemente torturado y asesinado por tropas
federales a los 15 años, el de febrero 1928.
Cuando fue
capturado el líder del partido político de Sahuayo en ese tiempo Rafael Picazzo,
pedía cinco mil pesos en oro y se vio generoso ya que era amigo de la familia y
además padrino del niño, para liberarlo.
Cuando José
se enteró de eso dijo (eso dicen je): ¡Mi fe no está en venta!
Lo torturaron
golpeándolo, humillándolo, le desollaron
los pies y lo hicieron caminar de la
Iglesia de Sahuayo hasta el panteón, le ofrecieron su libertad a cambio de que
negará su fe.
Ya en la
fosa y cuando lo estaban apuñalando gritaba (eso también lo dicen): ¡Viva
cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, hasta que su voz fue apagada con un
disparo.
Fue Beatificado
el 20 de Noviembre del 2005, por el Papa Benedicto XVI, en la ciudad de
Guadalajara.
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