Es la “zona arqueológica" más pequeña, pero la más visitada; está en el Metro Pino Suárez.
La pirámide de Ehécatl, “la zona arqueológica” más pequeña de México, ubicada en la estación del Metro Pino Suárez de la Ciudad de México, puede ser admirada en un año por 54 millones de personas, cifra 21 veces superior al sitio de Teotihuacan, que acoge en el mismo periodo a poco más de 2.5 millones de visitantes.
Aunque el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) no la considera una zona arqueológica debido a que no se encuentra registrada administrativamente con tal denominación, es una de las más conocidas por el público pese a su tamaño, se sitúa en un área de sólo 88 metros cuadrados y sus proporciones apenas alcanzan 10.7m x 7.6m x 3.7m.
El adoratorio a Ehécatl entrará en un proceso de conservación y restauración, durante tres semanas, con el objeto de rescatar y asegurar la permanencia de la única estructura prehispánica bajo resguardo del Sistema de Transporte Colectivo Metro, institución que alcanzó un convenio de colaboración con el INAH a través de su Dirección de Estudios Arqueológicos.
Raúl Arana Álvarez, arqueólogo adscrito al INAH, responsable de los trabajos de intervención, fue parte del equipo que realizó el hallazgo entre 1968 y 1970. Expresó que el mantenimiento que recibirá “la pirámide del Metro”, consiste en una labor de limpieza general, restauración y sustitución de estucos, consolidación de la estructura y finalmente se recubrirá con cal natural para hacer las funciones de impermeabilización.
Samuel Ayala Luévanos, gerente de Atención al Usuario del Metro, informó que la afluencia que circula cada día por la correspondencia de Pino Suárez, fluctúa entre 150 y 200 mil usuarios diarios, ahí confluyen las dos líneas de metro más antiguas del país, por lo que era necesario preservar el monumento prehispánico emblemático de la estación y restituir los elementos que conforman el entorno de la conocida pirámide.
Con esa cifra diaria de usuarios, la estación Pino Suárez alcanza anualmente los 54 millones de visitas, lo que la convierte es una de las tres más transitadas de las 175 estaciones de todo el sistema, que diariamente en conjunto transporta entre 4.5 y 4.8 millones de personas.
Esta característica planteó a las autoridades la necesidad de trasformar áreas “muertas” dentro de las instalaciones de Pino Suárez en espacios culturales, con diversos foros de expresión que tienen como principal atractivo el basamento azteca descubierto a finales de la década de los 60.
El adoratorio al dios mexica del viento, Ehécatl, formó parte de un extenso centro ceremonial localizado sobre la calle de José María Izazaga; constaba de un patio de grandes proporciones, escalinatas en tres de sus lados, varios adoratorios colocados al centro, celdas habitacionales conectadas entre sí por pasos exteriores, canales y muros, que constituían un corredor de acceso de la calzada de Iztapalapa hasta Tenochtitlan.
La mayor parte de las estructuras fueron afectadas durante la construcción del metro, que no podía detener el avance de sus obras en aras del desarrollo, sin embargo se pudo rescatar este monumento por su localización y estado de conservación que data del año 1400, también se encontraron algunas piezas depositadas en su interior como ofrendas.
Tal es el caso de la famosa figura conocida como “La monita”. Una extraña y rarísima escultura labrada y policromada en rojo y negro, que representa la figura de un mono (ozomatli) que porta la máscara bucal del dios del viento Ehécatl, además de dos serpientes: una enroscada en su base y otra que se convierte en la cola del primate.
La Dirección de Estudios Arqueológicos tiene en sus archivos no sólo el proceso de rescate y excavación que comenzó en 1967 a cargo del arqueólogo catalán Jordi Gussinyer, sino que también posee una historiografía de cada elemento encontrado en toda el área y su ubicación geográfica exacta durante las obras de construcción del Metro.
Una de las características del templo, es que cuenta con cuatro etapas o periodos de construcción estructural, similares a los del Templo Mayor y cuenta con una base circular que sirvió como pedestal para colocar la representación de la deidad en su parte superior.
Otro proyecto adjunto a la restauración de la pirámide es la actualización de la documentación del archivo, la colocación de mamparas y vitrinas informativas en sus costados y una exposición gráfica, planeada para mediados de año en la misma estación Pino Suárez, con la cronografía del hallazgo hasta nuestros días.
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