Importancia
El Museo Regional Cuauhnáhuac ocupa el imponente Palacio de Cortés, monumento en el centro de la ciudad de Cuernavaca que concentra en su interior el más rico y complejo legado histórico del estado de Morelos. Es un palacio-fortaleza que a través de los años se ha destinado a muy diversos usos.
Descripción del inmueble
En 1531, durante la época de la Encomienda, Hernán Cortés edificó –al lado de la capilla que años atrás había construido el padre Melgarejo sobre los restos del centro ceremonial y de tributo tlahuica (1325 a 1521 d.C.)– esta magna residencia y sede oficial del Marquesado del Valle de Oaxaca. Posteriormente, creó un gigantesco anexo que unificó ambas construcciones. La obra se terminó en su etapa principal en 1535 y es una de las edificaciones civiles más antiguas que se conservan en México.
Temáticas tratadas en el Museo Regional de Cuauhnáhuac
Planta Baja
En la primera sala se representa la vida de los antiguos pobladores de Morelos, los cuales vivían en un medio ambiente de fauna y flora ahora extintas, propio del Pleistoceno, con una economía basada en la recolección y la caza. En Morelos no hay hallazgos que confirmen la coexistencia de esos primeros habitantes con los mamuts, mastodontes, megaterios y gonfoterios, de los que se han encontrado restos óseos.
En seguida se muestra el cambio de vida originado por la agricultura incipiente, la cual comenzó a practicarse hace aproximadamente siete mil años. La población se agrupó en asentamientos permanentes, lo que permitió el surgimiento de una organización social más compleja con una economía diversificada; se emprendieron obras de irrigación y se adecuaron las técnicas de elaboración de instrumentos de trabajo a las nuevas necesidades. Estas sociedades aldeanas, como las asentadas en Chalcatzingo y Nexpa, se desarrollaron entre 1200 a.C. y 150 d.C.
En las siguientes salas se muestra el desarrollo cultural subsecuente; algunos asentamientos humanos fueron adquiriendo la magnitud de centros urbanos. Este desarrollo implicó una economía especializada, con formas más marcadas de división del trabajo y diversificación de las clases sociales. Las relaciones entre comunidades fueron fortaleciéndose, así como los sistemas de intercambio comercial. Los sistemas políticos se tornaron más complejos. Surgieron grandes cambios en la estructura y el tamaño de las sociedades, que ya para ese momento se encontraban en competencia. La guerra adquirió un nuevo significado que influyo directamente en los sistemas socioeconómicos. La gran ciudad de Xochicalco (650 a 900 d.C.) es un claro ejemplo de una sociedad estatal.
Las últimas salas de la planta baja muestran la situación que prevalecía en la región durante los tres siglos anteriores a la Conquista.
En este periodo hubo grandes migraciones de los pueblos de habla náhuatl, que desde el mítico Aztlán se expandieron por todo el altiplano. Los tlahuicas llegaron a lo que hoy es Morelos alrededor del 1200 d.C y con el tiempo se volvieron tributarios del poderoso Imperio mexica del Valle de México. Este dominio se manifestó en una organización social y en unas creencias religiosas semejantes a las de los mexicas. Antes de la Conquista, dos grandes centros urbanos controlaban económicamente la región: Cuauhnáhuac y Oaxtepec. De éstos dependían pueblos menores, cada uno con su jefe o tlatoani dominando sobre los ciudadanos comunes o macehuales. Esta región fue el centro más importante de producción de mantas de algodón tributadas a Tenochtitlan, pero la subsistencia de sus habitantes se basaba sobre todo en los cultivos de maíz, frijol, chile y calabaza, y en la caza y la recolección. Las creencias religiosas de estos grupos –entre los que destacaron los asentados en Tepoztlán, Teopanzolco, Yautepec y Coatetelco– se expresaron en la arquitectura, la escultura y la cerámica, así como en fiestas y ritos funerarios.
El espacio que conduce a la planta alta del museo incluye información sobre la Conquista que tuvo lugar en 1521. Algunos de los datos exhibidos provienen de las cartas de Cortés al rey de España.
Planta Alta
La escalera conduce a una terraza desde donde se puede ver el convento de la Asunción, el acceso al Jardín Borda, la plaza principal y algunos viejos tejados.
El recorrido en la planta alta inicia con la exposición de los primeros contactos entre Europa y América. Se muestra cómo fue conquistada la región, el sistema tributario y los productos de tributo más frecuentes. También se da testimonio de la evangelización emprendida por los franciscanos desde 1525, con la Capilla de Indios sobre la pirámide, y se explica cómo los religiosos de diversas órdenes se distribuyeron las tareas evangélicas: los franciscanos se ocuparían de una sociedad cristiana ideal bajo los principios de la Utopía, de Tomás Moro.
Después se da cuenta del otorgamiento del Marquesado del Valle de Oaxaca que se le hace a Hernán Cortés, incluyendo partes del territorio del hoy Morelos, como recompensa por la conquista. También se muestra la edificación de varios conjuntos monacales, conformados por un gran atrio donde se enseñaba el evangelio, un claustro en el que también se daba instrucción religiosa, un bloque de habitaciones para los frailes en la planta alta, el templo y la huerta; en algunos casos había junto al monasterio una escuela para niños indígenas. Otras salas tratan sobre el espíritu conquistador y evangelizador de los españoles que emprendieron la exploración del Oriente. Esta nueva aventura tuvo como resultado el establecimiento de un fructífero intercambio de productos asiáticos y americanos.
En esta parte se muestra cómo, gracias a la enorme cantidad de recursos de la región, se ensayaron durante los siglos XVII y XVIII diversas industrias, como las del algodón, la seda, la cerería, la cría de caballos, el cultivo de moreras y los huertos de frutas; pronto, sin embargo, prevaleció la industria azucarera.
El crecimiento de esas industrias hizo que se definieran las dos principales clases sociales de la región, los hacendados y los peones, cuyas pugnas prepararon el terreno para las guerras independentistas de 1810. Es el área donde se hace referencia a la Independencia y se evoca al héroe José María Morelos y Pavón, recordándose su prisión en este mismo sitio y las acciones militares más sobresalientes de sus ejércitos.
En los siguientes espacios se muestran aspectos importantes del siglo XIX en Morelos: el contraste entre la vida cotidiana de los hacendados y la de los peones después de la Independencia; las guerrillas que se formaron en Morelos dentro del conflicto entre liberales y conservadores; el desarrollo capitalista impulsado por los liberales al amparo de Inglaterra y Estados Unidos, así como los altos niveles de producción que se alcanzaron gracias a la aplicación de los avances tecnológicos del vapor y el desarrollo del ferrocarril, mejorando sustancialmente los sistemas de transporte.
A consecuencia de la gran prosperidad económica de la región, ésta se convirtió en un estado de la Federación, adoptando el apellido del héroe de la Independencia: Morelos. En este proceso de erección del estado y en sucesión de los grupos que lo gobernaron, se dieron varias luchas en las que los hacendados tuvieron una injerencia determinante.
Hacia la primera década del siglo XX, la extraordinaria prosperidad económica de las haciendas y la dinámica política característica del Porfiriato habían profundizado la explotación y la injusticia sobre los campesinos, lo que condujo a la revolución zapatista de 1910, objeto de otra sala. Allí se recrean, principalmente, algunos episodios de las luchas campesinas por sus tierras y su autonomía. Este tema en cierto modo se extiende en la siguiente sala, que trata de la cultura campesina de los pueblos morelenses. Las familias, los barrios, los pueblos y las regiones del estado mantienen una red de relaciones económicas y políticas basadas sobre todo en una intensa vida ceremonial. Se muestran por eso sus fiestas y rituales, que son los vehículos de la reciprocidad, la identidad y la cohesión de grupo, y que, además, son las manifestaciones visibles de sus valores y de sus formas de organización.
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El Museo Regional Cuauhnáhuac ocupa el imponente Palacio de Cortés, monumento en el centro de la ciudad de Cuernavaca que concentra en su interior el más rico y complejo legado histórico del estado de Morelos. Es un palacio-fortaleza que a través de los años se ha destinado a muy diversos usos.
Descripción del inmueble
En 1531, durante la época de la Encomienda, Hernán Cortés edificó –al lado de la capilla que años atrás había construido el padre Melgarejo sobre los restos del centro ceremonial y de tributo tlahuica (1325 a 1521 d.C.)– esta magna residencia y sede oficial del Marquesado del Valle de Oaxaca. Posteriormente, creó un gigantesco anexo que unificó ambas construcciones. La obra se terminó en su etapa principal en 1535 y es una de las edificaciones civiles más antiguas que se conservan en México.
Temáticas tratadas en el Museo Regional de Cuauhnáhuac
Planta Baja
En la primera sala se representa la vida de los antiguos pobladores de Morelos, los cuales vivían en un medio ambiente de fauna y flora ahora extintas, propio del Pleistoceno, con una economía basada en la recolección y la caza. En Morelos no hay hallazgos que confirmen la coexistencia de esos primeros habitantes con los mamuts, mastodontes, megaterios y gonfoterios, de los que se han encontrado restos óseos.
En seguida se muestra el cambio de vida originado por la agricultura incipiente, la cual comenzó a practicarse hace aproximadamente siete mil años. La población se agrupó en asentamientos permanentes, lo que permitió el surgimiento de una organización social más compleja con una economía diversificada; se emprendieron obras de irrigación y se adecuaron las técnicas de elaboración de instrumentos de trabajo a las nuevas necesidades. Estas sociedades aldeanas, como las asentadas en Chalcatzingo y Nexpa, se desarrollaron entre 1200 a.C. y 150 d.C.
En las siguientes salas se muestra el desarrollo cultural subsecuente; algunos asentamientos humanos fueron adquiriendo la magnitud de centros urbanos. Este desarrollo implicó una economía especializada, con formas más marcadas de división del trabajo y diversificación de las clases sociales. Las relaciones entre comunidades fueron fortaleciéndose, así como los sistemas de intercambio comercial. Los sistemas políticos se tornaron más complejos. Surgieron grandes cambios en la estructura y el tamaño de las sociedades, que ya para ese momento se encontraban en competencia. La guerra adquirió un nuevo significado que influyo directamente en los sistemas socioeconómicos. La gran ciudad de Xochicalco (650 a 900 d.C.) es un claro ejemplo de una sociedad estatal.
Las últimas salas de la planta baja muestran la situación que prevalecía en la región durante los tres siglos anteriores a la Conquista.
En este periodo hubo grandes migraciones de los pueblos de habla náhuatl, que desde el mítico Aztlán se expandieron por todo el altiplano. Los tlahuicas llegaron a lo que hoy es Morelos alrededor del 1200 d.C y con el tiempo se volvieron tributarios del poderoso Imperio mexica del Valle de México. Este dominio se manifestó en una organización social y en unas creencias religiosas semejantes a las de los mexicas. Antes de la Conquista, dos grandes centros urbanos controlaban económicamente la región: Cuauhnáhuac y Oaxtepec. De éstos dependían pueblos menores, cada uno con su jefe o tlatoani dominando sobre los ciudadanos comunes o macehuales. Esta región fue el centro más importante de producción de mantas de algodón tributadas a Tenochtitlan, pero la subsistencia de sus habitantes se basaba sobre todo en los cultivos de maíz, frijol, chile y calabaza, y en la caza y la recolección. Las creencias religiosas de estos grupos –entre los que destacaron los asentados en Tepoztlán, Teopanzolco, Yautepec y Coatetelco– se expresaron en la arquitectura, la escultura y la cerámica, así como en fiestas y ritos funerarios.
El espacio que conduce a la planta alta del museo incluye información sobre la Conquista que tuvo lugar en 1521. Algunos de los datos exhibidos provienen de las cartas de Cortés al rey de España.
Planta Alta
La escalera conduce a una terraza desde donde se puede ver el convento de la Asunción, el acceso al Jardín Borda, la plaza principal y algunos viejos tejados.
El recorrido en la planta alta inicia con la exposición de los primeros contactos entre Europa y América. Se muestra cómo fue conquistada la región, el sistema tributario y los productos de tributo más frecuentes. También se da testimonio de la evangelización emprendida por los franciscanos desde 1525, con la Capilla de Indios sobre la pirámide, y se explica cómo los religiosos de diversas órdenes se distribuyeron las tareas evangélicas: los franciscanos se ocuparían de una sociedad cristiana ideal bajo los principios de la Utopía, de Tomás Moro.
Después se da cuenta del otorgamiento del Marquesado del Valle de Oaxaca que se le hace a Hernán Cortés, incluyendo partes del territorio del hoy Morelos, como recompensa por la conquista. También se muestra la edificación de varios conjuntos monacales, conformados por un gran atrio donde se enseñaba el evangelio, un claustro en el que también se daba instrucción religiosa, un bloque de habitaciones para los frailes en la planta alta, el templo y la huerta; en algunos casos había junto al monasterio una escuela para niños indígenas. Otras salas tratan sobre el espíritu conquistador y evangelizador de los españoles que emprendieron la exploración del Oriente. Esta nueva aventura tuvo como resultado el establecimiento de un fructífero intercambio de productos asiáticos y americanos.
En esta parte se muestra cómo, gracias a la enorme cantidad de recursos de la región, se ensayaron durante los siglos XVII y XVIII diversas industrias, como las del algodón, la seda, la cerería, la cría de caballos, el cultivo de moreras y los huertos de frutas; pronto, sin embargo, prevaleció la industria azucarera.
El crecimiento de esas industrias hizo que se definieran las dos principales clases sociales de la región, los hacendados y los peones, cuyas pugnas prepararon el terreno para las guerras independentistas de 1810. Es el área donde se hace referencia a la Independencia y se evoca al héroe José María Morelos y Pavón, recordándose su prisión en este mismo sitio y las acciones militares más sobresalientes de sus ejércitos.
En los siguientes espacios se muestran aspectos importantes del siglo XIX en Morelos: el contraste entre la vida cotidiana de los hacendados y la de los peones después de la Independencia; las guerrillas que se formaron en Morelos dentro del conflicto entre liberales y conservadores; el desarrollo capitalista impulsado por los liberales al amparo de Inglaterra y Estados Unidos, así como los altos niveles de producción que se alcanzaron gracias a la aplicación de los avances tecnológicos del vapor y el desarrollo del ferrocarril, mejorando sustancialmente los sistemas de transporte.
A consecuencia de la gran prosperidad económica de la región, ésta se convirtió en un estado de la Federación, adoptando el apellido del héroe de la Independencia: Morelos. En este proceso de erección del estado y en sucesión de los grupos que lo gobernaron, se dieron varias luchas en las que los hacendados tuvieron una injerencia determinante.
Hacia la primera década del siglo XX, la extraordinaria prosperidad económica de las haciendas y la dinámica política característica del Porfiriato habían profundizado la explotación y la injusticia sobre los campesinos, lo que condujo a la revolución zapatista de 1910, objeto de otra sala. Allí se recrean, principalmente, algunos episodios de las luchas campesinas por sus tierras y su autonomía. Este tema en cierto modo se extiende en la siguiente sala, que trata de la cultura campesina de los pueblos morelenses. Las familias, los barrios, los pueblos y las regiones del estado mantienen una red de relaciones económicas y políticas basadas sobre todo en una intensa vida ceremonial. Se muestran por eso sus fiestas y rituales, que son los vehículos de la reciprocidad, la identidad y la cohesión de grupo, y que, además, son las manifestaciones visibles de sus valores y de sus formas de organización.
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